Cada 14 de febrero se celebra el Día Mundial de las Cardiopatías Congénitas, que son malformaciones en el corazón o de los grandes vasos sanguíneos que se forman en las primeras semanas de gestación, cuando se está desarrollando este órgano.
La más habitual de las cardiopatías congénitas es la comunicación interauricular (CIA), pero también se pueden presentar alteraciones en la comunicación interventricular, transposición de vasos sanguíneos y anomalía del retorno venoso. La mayoría de estas alteraciones se corrigen mediante cirugía en los primeros meses de vida.
En algunos casos, puede diagnosticarse un defecto cardíaco cuando el médico escucha un sonido anormal en el corazón, llamado soplo. Los niños con corazones normales también pueden tener soplos, denominados soplos “inocentes” o “funcionales”. El médico puede sugerir la realización de pruebas para confirmar si el niño tiene un defecto cardíaco.
Si se sospecha que los bebés o niños tienen un defecto cardíaco, generalmente se los deriva a un cardiólogo pediátrico. Este médico les realizará un examen físico y a menudo recomendará que se realicen una o más de las siguientes pruebas:
La mayoría de los defectos cardíacos congénitos no puede prevenirse, pero realizar los chequeos médicos correspondientes puede colaborar con que cada paciente con una cardiopatía goce de una buena calidad de vida.